Dime qué comes y te diré qué vegetariano eres
Ovolactovegetarianos, flexitarianos, pescetarianos… ¿Sabías que existen tantos tipos de vegetarianos?

Son muchas las personas que, desde hace siglos, decidieron eliminar de su dieta la carne de origen animal. Entre los pioneros, destacan Sócrates, Leonardo Da Vinci o Albert Einstein. En los últimos años, el vegetarianismo se ha convertido en una tendencia cada vez más extendida en la sociedad, bien sea por razones de salud, por convicciones morales o por moda. Lo que sí que es cierto es que las opciones alimenticias se han ido agrandado con el paso de los años hasta completar un amplio abanico de posibilidades.
Para hablar de vegetarianismo hay que remontarse hasta el 30 de septiembre de 1847, cuando en Mánchester surgió la primera asociación vegetariana del mundo: la Vegetarian Society. Antes de esa fecha, se hablaba de “dieta vegeta” o “dieta pitagórica”, ya que los discípulos de Pitágoras seguían la dieta vegetariana de su maestro. Pero, entrando de lleno en materia, el vegetarianismo es el régimen alimenticio basado en el principio de dejar de consumir cualquier tipo de carne cuya procedencia sea de origen animal. El dicho popular “cada persona es un mundo” también es extrapolable a la dieta vegetariana porque cada persona la puede adaptar según sus gustos o necesidades.
Flexitarianos: carne y pescado, pero lo justo
Para Yaiza Barranco (Elche, 1997) todo empezó con una perífrasis verbal, “darse cuenta de”. Yaiza, quien actualmente estudia el Grado Superior en Anatomía Patológica y Citología, sigue una dieta flexitariana, es decir, su alimentación se compone de carne animal, pero en cantidades muy escasas. Precisamente, el rechazo hacia la carne animal fue lo que le dio el impulso para adoptar esta dieta: “Hará unos dos o tres años fue cuando me di cuenta de qué era realmente lo que me estaba comiendo. Entonces mi cuerpo me empezó a decir que eso estaba mal”, cuenta la ilicitana. Todo en esta vida necesita un proceso, un periodo de adaptación y hay veces en las que la carne es débil: “Hay momentos puntuales en los que me apetece cortar un poco de salchicha y comer. Sin embargo, es algo que no me pasa con otros alimentos como las chuletas o demás carnes. Sinceramente, no las consumo y no las echo en falta”, asegura la flexitariana.
Valor es lo que asegura Yaiza que necesita para dar un paso más e iniciar una dieta vegetariana o quizás vegana. “No estoy del todo segura. A veces, me parece un poco radical. Supongo que llegará ese día en que decida dar el paso definitivo pero, en mi caso, está siendo una transformación lenta”, reconoce Barranco. Aunque, según el nutricionista barcelonés Jordi Galisteo, una dieta flexitariana es una manera de empezar muy válida: “Lo más importante es que la persona llegue hasta donde se sienta cómoda y que no se fuerce”, aconseja el experto.
Yaiza Barranco: “No me decido a hacerme vegana o vegetariana porque, a veces, me parece un poco radical”
“Yo me estoy alimentando de forma correcta”. Estas son las palabras con las que Yaiza enfrenta a su familia cada día, ya que ellos no están del todo de acuerdo con el tipo de alimentación que sigue la ilicitana: “Lo ven absurdo porque para ellos no es algo normal”, relata. Pero, ¿qué es lo normal? ¿Cómo se define la normalidad? ¿Qué entra dentro de esta y qué no? Preguntas para las que los más entrometidos no suelen encontrar respuesta.
Pescetarianos: no a la carne, pero sí al pescado
Una media de cuatro horas al día son las que pasa un español delante de la televisión. Las malas lenguas dicen que no educa, pero en algunas ocasiones ocurre todo lo contrario. Si en los años 80 una de las frases más temidas para una madre era: “Mamá, quiero ser artista”, en los 2000, las cosas han cambiado. Ahora parece que el gran temor es escuchar: “Mamá, mañana dejo de comer carne”. Estas mismas palabras son las que Naiara Ayuste (Villena, 1996) pronunció, en septiembre de 2016, a su progenitora tras ver una entrega del programa El jefe infiltradoque trataba sobre la industria cárnica: “Al principio, mi familia reaccionó mal. No querían que siguiese esta dieta porque soy una persona muy delgada y piensan que a la mínima puedo caer enferma”, explica Naiara.
Esta joven, que actualmente estudia el grado de Psicología en la Universidad Jaume I de Castellón, se encuentra dentro del pescetarianismo, es decir, ha decidido eliminar la carne animal de su alimentación, pero no el pescado. Varios factores le han llevado a adoptar este tipo de dieta: “Uno de ellos es porque necesito tomar un complemento vitamínico, y para ser vegetariana necesitas muchas proteínas. Una forma de mantener en equilibrio mi salud es comer de vez en cuando pescado, aunque tampoco es que coma mucho”, reconoce Ayuste.
Naiara Ayuste: “Mi familia no quería que siguiese una dieta pescetariana porque estoy muy delgada”
De pescado azul, principalmente, se compone su dieta. “Es verdad que el pescado azul aporta proteínas y omega 3, pero también es una fuente importante de metales pesados como el mercurio, el cadmio, el aluminio o el plomo, así como de dioxinas y derivados del petróleo. Por lo tanto, desde un punto de vista objetivo, los beneficios son bien pocos”, argumenta el nutricionista Jordi Galisteo.
La importancia que un pescetariano le debería dar al pescado en su dieta podría llegar a ser casi nula, ya que los nutrientes que puede ofrecer el pescado se pueden encontrar fácilmente en el mundo vegetal, como es el caso del omega 3, que lo proporcionan las semillas, el aceite de lino o las nueces: “Es tan sencillo como incorporar estos alimentos a nuestro día a día y apartar el pescado”, subraya la nutricionista barcelonesa Esther Baena.
Jordi Galisteo: “El pescado azul es una fuente importante de metales pesados, dioxinas y derivados del petróleo”
Naiara reconoce que, al principio, su adaptación a esta dieta fue muy dura, ya que era una persona muy carnívora: “He soñado con comer carne y, a día de hoy, todavía sigo soñando a veces con un pedazo de chorizo”, admite la pescetariana. A pesar de ello, ase- gura estar contenta con su actual dieta porque todo lo que le ha aportado han sido beneficios: “En un principio, no iba a ser pescetariana. Pensaba en decantarme por los alimentos ecológicos y ya, pero una vez empecé, sabía que podía hacerlo. Me sentía mejor porque es como si me comiese al perro, que aquí lo vemos raro, pero en otros países lo hacen. Para mí, todo esto es algo mental, y ver cómo ponen el nivel de una vida a la de un objeto es algo que no acepto”, sentencia Naiara.
Ovolactovegetarianos: siempre con huevos y lácteos
El ovolactovegetarianismo es una rama dentro del vegetarianismo que permite el consumo de lácteos y huevos. Se trata del grupo más extendido en la cultura occidental. El periodista Walter Campos (Costa Rica, 1975), quien lleva más de 20 años sin consumir carne, asegura que este tipo de alimentación siempre le había suscitado interés. Fue al entrar en la universidad cuando obtuvo el empujoncito de una amiga vegetariana para iniciarse en esta aventura: “No tuve excusa y me puse a investigar unas cuantas semanas antes para poder hacer un intento serio. Finalmente lo hice y los beneficios fueron tantos y tan rápidos que no quise volver a la carne animal”, asegura el presentador del célebre programa de entretenimiento 7 estrellas.
La única dificultad con la que Walter se topó hace décadas fue con la escasa variedad de alimentos. Ahora podemos personalizar nuestro menú de mil formas, pero, por aquel entonces, uno no podía ponerse exquisito: “Existían pocos productos alternativos. De hecho, la carne de soja sabía a cartón mojado. A la larga, me pude ir orientando hacia una cocina más natural”, recuerda Walter. Pero, a pesar de todo esto, por su mente nunca pasó la idea de tirar la toalla, ya que los beneficios no tardaron mucho en aparecer: “Mis niveles de energía han sido altos desde entonces y me resfrío en contadísimas ocasiones. Puedo decir que mi salud no ha empeorado nada desde que decidí seguir este tipo de alimentación”, comenta el costarricense.
Walter Campos: “La dieta ovolactovegetariana me dio tantos beneficios que no quise volver a la carne”
Según la nutricionista Esther Baena, seguir una dieta ovolactovegetariana es más saludable que seguir una dieta omnívora: “Al reducir el consumo de productos de origen animal, la mitad de las enfermedades que existen en la sociedad occidental desaparecerían”, explica la barcelonesa. Pero, el ovolactovegetarianismo está sujeto a la constante crítica de aquellos que piensan que esta forma de alimentación sigue contribuyendo al maltrato animal. “Yo solo consumo huevos provenientes de granjas donde las gallinas no están sometidas al aislamiento ni al estrés industrial. El queso lo obtengo de pequeñas compañías y el consumo de leche lo he disminuido al mínimo. Quien diga que no afecta a los animales en algún grado, no posee un entendimiento real de lo interconectado que está todo en este mundo, desde el ordenador que usamos hasta la televisión que vemos”, defiende el periodista.
Sin embargo, esta forma de actuar no coincide con el pensamiento del nutricionista Jordi Galisteo: “No recomiendo el consumo de huevos ni de lácteos, ya que, aunque el certificado ecológico ofrece una serie de garantías, apenas hay diferencia entre cómo tratan a los animales en la ganadería ecológica y en la convencional”, asegura el experto en alimentación.
Esther Baena: “Seguir una dieta ovolactovegetariana es más saludable que seguir una dieta omnívora”
En España, el vegetarianismo no para de crecer, aunque son muchos los países europeos que nos llevan años de ventaja. Pero, ¿qué situación atraviesa el continente latinoamericano? “Siento que, en el caso de Costa Rica, siendo un país inicialmente agrícola y ganadero, tenemos un amplio conocimiento de la tierra y sus criaturas. A pesar de esto, existen muchos comportamientos propios de las peores prácticas de esta cultura, la cual considera a los animales poco más que posesiones”, comenta Walter Campos. Ya sea en España, en Costa Rica o en cualquier rincón del planeta parece que la sociedad todavía tiene mucho que aprender y corregir.
Apiovolactovegetarianos: mejor con miel
Ya lo dijo Mahatma Gandhi: “Un país, una civilización, se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales.” Esta es una de las frases favoritas de Judit Llorca (Alcoy, 2000), quien actualmente está finalizando sus estudios de Bachillerato en la modalidad científica.
Judit se inició en el apiovolactovegetarianismo –alimentación vegetariana que permite el consumo de miel, huevos y lácteos, pero no de carnes y pescados– a la prematura edad de 14 años: “Comencé cuando vi cómo maltrataban a los animales en granjas a través de vídeos y reportajes de Internet”, sostiene la alcoyana. A pesar de que admite echar de menos las hamburguesas, tiene claro que no volvería a la dieta omnívora ni por un instante. Sin embargo, la joven asegura que ha tenido que lidiar con muchos problemas desde que decidió dejar la carne animal: “Cuando iba a un restaurante a comer, no contaba con opciones o, por ejemplo, cuando leía el etiquetado de los alimentos en el supermercado, me encontraba con ingredientes que no estaban muy claros”, explica.
Judith Llorca: “Comencé una dieta apiovolactovegetariana cuando vi cómo maltrataban a los animales en granjas a través de vídeos y reportajes”
Su entorno más cercano tampoco encajó muy bien el cambio de alimentación de Judit. Ella, “para no complicar más las cosas a la familia a la hora de cocinar”, continúa consumiendo productos de origen animal como los huevos o la miel, algo con lo que muchos seguidores del veganismo discrepan. “Hago el menor de los males. Si por mí fuese, no los consumiría, pero para eso la sociedad tiene que aceptarlo primero y debería permitirnos poder comer bien en cualquier restaurante”, responde Llorca a todas aquellas personas que piensan que con su dieta está contribuyendo al maltrato animal.
Veganismo: fuera todo lo que sea de origen animal
Aunque pueda sonar extraño, un conejo fue determinante para que Rosana Mateos (Madrid, 1986) abriese los ojos y decidiera replantearse su dieta e incluso su vida. Desde siempre se había criado en el pueblo de sus abuelos, el cual está sujeto al conocido ritual de la matanza: “Yo nunca vi como lo hacían, pero sabía que lo hacían y me sentía mal con ello”, aclara la madrileña. Cuando tenía 16 años, un precioso conejo blanco llegó a su casa. Días después, su madre le dijo que el animal se iría al pueblo de sus abuelos “para ser cuidado por ellos”. Sin embargo, un ataque de nerviosismo y tristeza invadió a Rosana y esto provocó que el conejo regresase sano y salvo a su casa, donde compartirían espacio y tiempo durante 11 años. “Empecé a darme más cuenta de que no estaba bien comer animales. No entendía por qué en mi casa nos comíamos a otros animales y al conejo no. Eran muchos sinsentidos, así que empecé a buscar información y descubrí que había otras personas que pensaban como yo y que eran vegetarianas. ¡Ni siquiera sabía que eso existía!”, reconoce la administrativa.
A los 18 años empezó a ser vegetariana y, dos años después, decidió iniciar una dieta vegana. Las personas veganas son aquellas que no consumen ningún producto de origen animal, ya sea a nivel alimenticio o en cualquier otro ámbito de sus vidas. “Me informé mucho sobre nutrición y fui a un nutricionista para que me confirmara si lo estaba haciendo bien”, recuerda Mateos.
Con sorpresa y desinformación. Así reaccionó su entorno al enterarse de la noticia, aunque con el paso del tiempo, lo fueron aceptaron y hasta se animaron a cocinar platos veggie. Sin embargo, ¿hay una mentalidad abierta en cuanto a veganismo en España? Rosana tiene claro que no: “La gente se alimenta y vive siguiendo una tradición, y salir de ella implica un esfuerzo de saber e informarse. Además, muchas personas tienen miedo a darse cuenta de que todo lo que han visto, vivido o hecho durante años no está bien, y darse cuenta de eso es duro, por eso mucha gente prefiere mirar para otro lado en lugar de preguntar por qué nos alimentamos así”, reflexiona la madrileña.
Rosana Mateos: “Mucha gente prefiere mirar para otro lado en lugar de preguntar por qué nos alimentamos así”
La pregunta que quizás se pueda estar haciendo mucha gente ahora mismo sería cuáles son los aspectos positivos y negativos de una alimentación vegana. Según la dietista Esther Baena, únicamente hay aspectos positivos: “Ayudas al medio ambiente con tus elecciones alimentarias y también ayudas a tu cuerpo a estar sano y fuerte y lejos de enfermedades comunes que, por desgracia, se han vuelto habituales en nuestra sociedad. Sobre todo, las cardiovasculares”, concluye.
Y es que ya lo dijo el escritor Og Mandino: “Todos tenemos un poder especial: la facultad de elegir”. Así que, cada cual es libre de elegir el tipo de alimentación que quiere seguir. Eso sí, siendo siempre conscientes de lo que realmente ingerimos y de las consecuencias que nuestros actos conllevan.
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